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martes, 22 de julio de 2014

Backwardation: el grave secreto del oro

Foto: Reuters
Foto: Reuters
Ése es, sin duda, el secreto mejor guardado del rey de los metales.

El sentimiento hacia el oro está en niveles tan negativos, que es justo ahora cuando más debemos llamar la atención sobre él. La advertencia es: ignore al oro, bajo su propio riesgo.
No podría ser de otra manera, pues las señales que éste manda, se esconden a los ojos de la mayoría, tan acostumbrada a mirar solo al precio que cae, y no a algo mucho más importante que él y que nos expresa no solo su valor, sino las verdaderas condiciones del sistema monetario: la Base y la Cobase del oro.
Ése es, sin duda, el secreto mejor guardado del rey de los metales y que aquí comentaremos.
Este importante descubrimiento, realizado por el fundador la Nueva Escuela Austríaca de Economía, el profesor Antal Fekete, no ha alcanzado la difusión y mucho menos la aceptación por parte del “mainstream”, tan “ensimismado” en su fallidas teorías monetaristas y keynesianas que nos hunden cada día en esta nueva Gran Depresión global.
Las enseñanzas de Fekete retoman la filosofía y método original de Carl Menger, piedra angular de la antigua Escuela Austríaca.
De este modo, se parte de que el rol del oro como dinero real, el que la libre y espontánea acción de las personas en su interactuar en el mercado eligió como tal, sin la contaminante mano del Estado, es indisputable.
Ello incluso a pesar de que, una vez que las leyes estatales intervinieron, lo separaran arbitrariamente de ese papel en la vida cotidiana, para dar paso al uso casi exclusivo, del “dinero” fíat que los gobiernos, a diferencia del oro, sí pueden manipular a su antojo y conveniencia.
Sin embargo, la esencia del oro como dinero permanece intacta.
Y es que pese a todo, nadie podrá jamás quitarle la condición de ser la mercancía, o la “materia prima”–dinero, que posee el más elevado ratio stock-to-flow (existencias sobre flujo)de todas.
Esto se debe a que no se consume, como lo hacen las demás “commodities”, pues casi todo el oro extraído, debido a su valor, permanece en alguna forma u otra (como joyas, lingotes, monedas, etc.) sobre la faz de la Tierra.
Así, cada año la producción minera agrega solo una mínima parte a los inventarios áureos, que se estiman en 175 mil toneladas.
El genio de Menger descubrió, analizó y describió ese proceso de discriminación entre todas las mercancías dinerarias que se utilizaron alguna vez, hasta culminar en las dos más “vendibles” (oro y plata), aquellas que poseían el menor diferencial (spread) entre el precio de compra y de venta, gracias al apetito humano por aceptarlas de manera prácticamente ilimitada.
La vieja frase de que una “monedita” de oro cae bien a todos, resultó cierta. Y todo, por la razón de que esa aceptación o capacidad de ser vendida con el menor “castigo” (spread) de entre todas las mercancías, gracias a su valor, convirtió al oro en el medio de intercambio por antonomasia: el mejor dinero de todos.
De ahí que quienes se sorprenden de que algo tan “inútil” como el oro sea tan valioso, a pesar de no aportar flujo de efectivo y de solo ser extraído de la tierra para almacenarlo en bóvedas, dejen ver su ignorancia de que su función principal en el mundo, es la de ser dinero, un pago en sí mismo, y por tanto, fungir el último extintor de deudas.
Quien lo entrega, y quien lo recibe, dan sus cuentas por saldadas.
Vaya contraste con respecto al dinero “fíat”, que es justo lo contrario: una deuda en sí misma, una mera promesa de pago que requiere ser canjeada por bienes tangibles y/o servicios para ser liquidada.
Lo malo es que a diferencia del dinero metálico de oro y plata, el dinero papel puede ser creado sin límites, lo que ofrece una ventaja a quienes lo reciben primero, pero sacrifica a los que se encuentran en la base de esa pirámide.
Esta última condición es la que dirige al mundo hacia un colapso económico como nunca se ha visto, pues esa anomalía, la de usar y aceptar como dinero lo que no lo es, tiene consecuencias gravísimas: expande al infinito lo que por definición no se puede, el consumo y el crédito.
La corrupción de ese sistema, se detecta a propósito en lo comentado en un inicio: la Base y la Cobase del oro.
El cálculo de ambos, parte justo de la relación o “spread” (diferencial) existente entre el precio spot (al contado) del oro, y el futuros.
Y es que el análisis económico de Menger se basa justo en términos del “spread”, y no en el concepto de “precio” único o de equilibrio de un bien.
La Base tiene su origen en el mercado de materias primas agrícolas. Una Base alta y creciente indica abundancia de existencias, y una Base baja y descendente, lo contrario.
El Prof. Fekete fue el primero en señalar la importancia de observar la Base del oro como signo de las aflicciones del sistema financiero global, pues otros indicadores como las tasas de interés interbancarias y los rendimientos de bonos soberanos, pueden ser, como lo son, manipulados para enviar señales tergiversadas, a favor por supuesto, de las principales divisas como el dólar, el euro, etc.
En términos simplificados, la Base es la diferencia que hay entre el precio del contrato de Futuro más cercano y el del metal al Contado (spot). La Cobase es la que se obtiene de deducir del precio “spot”, el del futuro correspondiente.
Si la base es positiva, que es lo normal, la condición de mercado es de “contango”, y lo opuesto, donde estamos ahora en el mercado del oro, “backwardation”.
En el gráfico para el contrato de oro de agosto (cortesía de Sandeep Jaitly de Feketereaserch.com), se observa cómo al acercarse el vencimiento, la condición de la Base (línea azul) se precipita a la baja, incluso, en terreno negativo.
La Cobase (línea negativa), a la inversa, se dispara.
Este síntoma evidente de “escasez” de oro, es una anormalidad. El oro, como ya se vio, no puede ser escaso en el mercado pues sus inventarios se acumulan, siempre hay suficiente.
Si escasea, se debe a que las “manos fuertes” que lo continúan atesorando, cada vez están menos dispuestas a enajenarlo: la backwardation tiende así a la permanencia, y por tanto, se vuelve inevitable un eventual colapso del mercado de futuros, cuando la entrega se haga imposible.
No es posible conocer con certeza cuándo ocurrirá, pero sí hay elementos suficientes para anticipar el suceso.
Por eso cada vez la gente prefiere pagar al contado hoy más caro, para tener su metal a la mano, que esperar a una promesa de entrega más barata en el mañana.
Esa backwardation se hace notar también en los amplios y crecientes “premios” (sobre precio) que el público está teniendo que pagar en el mercado físico. En India, por ejemplo, reportes indican que los premios se han duplicado, y la historia se repite en China, Dubai, y en casi todas las latitudes.
La novedad quizás es Japón, donde por primera vez desde 2004, Tanaka Kikinzoku Kogyo K.K, la mayor minorista de oro en el país, proyecta que venderá más oro del que compre, pues el interés de los japoneses ha crecido con la caída de precios.
En suma, el sistema monetario se dirige al abismo, en silencio, mientras el “mainstream” y los detractores del oro, lo denuestan y se mofan del desplome de sus cotizaciones, sin percatarse de la gravedad de su mensaje esotérico.
Lo más relevante es que, a diferencia de desplomes anteriores como el de abril, el oro no nada más no ha salido de la condición de backwardation, sino que ésta se ha pronunciado

miércoles, 19 de febrero de 2014

La segunda fundación del Cuzco y el oro

LOS TAMPUS
La primera onda civilizadora fue, según Riva Agüero, que coordina los datos de Sarmiento, la de los Maras, la segunda la de los Sutic o Tampus (gente conocida), descendientes de los Sahuasiray y los Antasayas, y la tercera la de los Ayar. Estos les quitan las tierras y aguas a los Huallas, que se desplazan, derrotan a Copalimayta y Sahuasiray y ocupan el área comprendida entre los dos ríos. Diez ayllus legionarios se reparten el área del Cuzco... Según Valcárcel los Huallas quedan en la cuesta de San Blas, los Antasayas en las colinas septentrionales, los Sahuasiray al lado del futuro Coricancha y los Alcavizas hacia Santa Clara. Los Tampus, indiscutiblemente quechuas, son los que quedan por vencedores. Los himnos de los Incas dirán, más tarde, en el apogeo imperial: "Dios proteja a los Incas y a los Tampus, vencedores y despojadores de toda la tierra". Los Tampus son del más antiguo linaje del mundo después de Dios, dijeron al padre Acosta los quipucamayos cuzqueños.
La segunda fundación del Cuzco se halla mezclada a los ritos de la fertilidad y del oro que perduran en las leyendas del Titicaca y de Paccarectampu –la posada del amanecer– y la llegada de las cuatro parejas simbólicas con sus alabardas resplandecientes y sus hondas que derriban cerros, para implantar en la tierra predestinada el maíz y la papa nutricios de la grandeza del Imperio.

El camino seguido por los segundos fundadores del Cuzco, ya sea la pareja simbólica de Manco Cápac y de Mama Ocllo o las cuatro parejas de los hermanos Ayar, viene del Sur, del lago sagrado o de las tres ventanas simbólicas de Tamputocco o Paccarec-tampu y trae un mensaje civilizador. Los etnólogos creen que los nombres de los Ayar corresponden a productos vegetales introducidos o preferidos por ellos al entrar al Cuzco: Ayar Cachi representaría la sal, Ayar Uchu el ají, Ayar Auca el maíz tostado. Betanzos aclara que en el camino hacia el Cuzco los Ayar implantaron el cultivo de la papa en el valle de Guanacaure y hallaron en un pueblo pequeño de los Alcavizas el cultivo de la coca y el ají. Eran portadores, además, del providencial recurso de la llama, pues Molina habla de que usaban adornos y vajillas de oro y de que llevaban la napa o llama con la gualdrapa o aparejo rojo con que más tarde la sacrificarían en las fiestas del Imperio, en recuerdo de los Ayar. Estos pueblos quechuizados –o que hablaban ya la lengua quechua, que trasciende en todos los nombres de la leyenda– traían, por último, como procedentes que eran de la región del Titicaca, todo el legado arquitectónico de la épocas megalíticas de Tiahuanaco, lo que explicaría la similitud que algunos arqueólogos encuentran entre la parte baja de Sacsayhuaman y las construcciones del lago.

jueves, 2 de enero de 2014

Riquezas Peruanas de oro e Historia Subastadas en el MUndo

HISTORIA DE UNA SUBASTA O LA SUBASTA DE NUESTRA RIQUEZA 
  
La mañana del 2 de mayo de 2007 muchos peruanos nos enteramos de un nuevo remate de patrimonio nacional en el mercado norteamericano  Los objetos arqueológicos peruanos a rematarse (35 piezas) correspondían a las culturas Cupisnique, Chavín, Paracas, Nasca, Huari, Chimú, Moche e Inka. Fueron presentados en el sitio web de la casa de subastas Christie’s y estaban estimados en un precio base de US $ 350,000 dólares  En el “muestrario” on line reparamos en una pieza en la que identificamos el tema de nuestra intervención en el VII Simposio Internacional de Arte Rupestre (Arica, 2006).
Iniciamos un infructuoso reclamo que damos a conocer como una experiencia que sirva para implementar mecanismos más eficaces. Presentamos un documento al Instituto Nacional de Cultura (INC) para informarle detalladamente sobre el suceso. Nuestro expediente constaba de una carta dirigida a la Directora del INC Cecilia Bákula, imágenes de 21 piezas puestas en remate con sus respectivas descripciones tomadas del catalogo virtual de Christie’s, una ficha de tres páginas denominada “Reporte de atentados contra bienes del patrimonio cultural de la Nación” (formato descargado de la página web oficial del INC) y detallamos la importancia de la pequeña vasija de piedra de estilo “Cupisnique” que había llamado nuestro atención. La documentación completa fue ingresada por mesa de partes del INC el 9 mayo de 2007 (Exp. Nº 07726). Nunca recibimos respuesta.
Ese mismo día decidimos ingresar a las instalaciones del INC y solicitar la pronta atención al expediente debido al corto tiempo que nos separaba del remate, fijado para el 23 de mayo. Se nos informó que si deseábamos recuperar el lote peruano de Christie’s debíamos sustentar que se trataba de piezas sacadas clandestinamente luego de 1997. Se necesitaba probar dicha sustracción ilegal mediante documentos tales como informes o ediciones donde dichas piezas subastadas o muy similares se encuentren publicadas. Dichas referencias debían hallarse para cada una de las 35 piezas del lote peruano, lo cual sólo se lograba con una investigación ad hoc que demandaba más tiempo del que se disponía para detener la venta. Para el caso de la vasija Cupisnique por ser pieza única –y porque fue producto del huaqueo y sacada ilegalmente del país– era imposible conseguir los datos requeridos.
El resto de la historia la seguimos desde los informativos virtuales. El 15 de mayo la denuncia aparece en un importante diario de circulación nacional (http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-05-12/ImEcLima0721334.html). El 17 de mayo se ponen en exhibición las piezas de la subasta en el local de Christie’s. Ese mismo día apareció publicada una entrevista a Cecilia Bákula en el diario El Comercio, en donde se expresa que Christie’s ofreció al gobierno peruano retirar de la venta la pieza Cupisnique mas no a las otras 34, “Es un ofrecimiento, no seguro. ¿Por qué esta pieza y no otras? Porque esta es muy reconocida y rarísima. Su subasta sería muy comentada”, explicó Bákula (www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-05-17/ImEcLima0723841.html). El 18 de mayo una noticia de la agencia peruana de noticias Andina afirmaba que el Perú podría recuperar otras dos piezas arqueológicas del remate de Christie’s (www.andina.com.pe/NoticiaDetalle.aspx?id=126491). Ese mismo día Sara Fox relacionista pública de Christie’s responde a una nota virtual sobre el reclamo peruano del siguiente modo: “We have received no information from the Peruvian government or from any other sources which would lead us to believe that any of these lots were stolen or improperly exported out of Peru.” (http://perunews.wordpress.com/2007/05/12/christies-to-auction-grave-robbed-artefacts).
El 23 mayo de 2007, tal como estaba anunciado se llevó a cabo la subasta. Los objetos vendidos y los precios alcanzados fueron publicados en el sitio web de Christie’s, incluida la mentada vasijita Cupisnique inicialmente valorada entre US $ 15 y 20 mil dólares, pero por la que se pagó US $ 33,600 dólares. De acuerdo a la información dada pertenecía a una colección privada de Nueva York desde 1985 y fue probablemente adquirida de Alan Lapiner (http://www.christies.com/LotFinder/lfsearch/LotDescription.aspx?intObjectId=4916288). La venta de Christie’s comprendió en total 125 reliquias procedentes del Perú, Ecuador, Costa Rica y México, y reportó ingresos por 915,000 dólares. De los 35 objetos arqueológicos peruanos sólo se vendieron 24, los que facturaron US $ 180,000 dólares.
El hecho tuvo resonancias posteriores, el 24 mayo apareció una nota en el diario El Comercio en donde se detallaban los sucesos de la subasta, efectuada en vivo y por internet, de modo que por momentos las ofertas de compra se limitaban a la puja de los presentes en el local de Christie’s, pero en ocasiones los ofrecimientos se realizaban por internet, y es que varios coleccionistas (o instituciones) prefirieron ocultarse detrás de una computadora (www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2007-05-24/ImEcTemaDia0727653.html). El 26 de mayo el Presidente de la República Alan García lanzó la idea de comprar los objetos subastados a sus actuales dueños declarando que en el futuro, “tenemos que darnos maña para identificar (las piezas) antes que se anuncien las ventas” (www.larepublica.com.pe/content/view/158954). Por su parte, Helí Peláez, cónsul peruano en Nueva York, lamentó la venta e informó que el INC y la Cancillería coordinan una nueva estrategia para recuperar las piezas (www.larepublica.com.pe/content/view/158514/30). Tres años después no sabemos nada sobre los resultados de esa “estrategia”.

Otro enfoque del suceso

Analizaremos la pequeña vasija Cupisnique, parte del lote vendido por Christie’s el 23 de mayo de 2007. Las tres vistas del catálogo virtual de la subastadora nos permitieron observarla desde ángulos diferentes percatándonos de la mayor parte de sus características, entre ellas, su compleja iconografía. Aprovechamos esta circunstancia para ensayar una aproximación a sus características y posible significado (2).

El objeto

De acuerdo a la información divulgada la pieza está confeccionada de esteatita. Un mineral cuya coloración varía entre el verde manzano, gris, blanco y blanco de plata con un grado de dureza 1-1.5 en la escala de Mohs, es decir, es muy blando y se le cataloga como una variedad de talco. El diámetro del pequeño recipiente alcanzó 5.4 cm. En una etapa final, se habrían ejecutado los complejos diseños de la iconografía. El campo decorativo cubre la totalidad de la superficie de la pequeña vasija, incluso la base redondeada, de modo que la pequeña pieza ofrece –en una primera impresión– el aspecto de estar completamente decorada con múltiples diseños en relieve.

Las imágenes

Uhorror vacui le otorga sofisticación al estilo y refuerza el aspecto enrevesado de las imágenes las que son en realidad la integración de dos motivos centrales en la iconografía andina precolombina, el felino y la serpiente. La vista “a” corresponde a un cuerpo alargado y curvo con una serie de círculos sucesivos. De éste emerge una garra que se proyecta hacia abajo sobre la prolongación del cuerpo central, el cual gira hacia abajo para tornarse hacia la zona ventral. Tres apéndices de aspecto escalonado se disponen haciendo base en la parte superior del cuerpo encorvado. Los trazos son flexibles y redondeados, lo cual va en armonía con el conjunto de la representación. Hacia el lado derecho de la vasija se percibe una garra con tres dedos de la que surge una figura a manera de gancho de ancha base. Esta parte de la imagen se observa con mayor claridad en la siguiente vista en donde se repite y continúan los diseños.

Vista a.
La vista “b” muestra el perfil izquierdo de una cabeza de felino con ojo redondo y escleróticas a manera de aletillas que terminan en puntas. Tres apéndices alargados surgen del hocico abierto del animal que no muestra dientes. Una figura estilizada que combina trazos rectos formando un rectángulo y una curva se adosa en la parte superior de la cabeza felínica que mira hacia arriba y se articula con el cuerpo alargado con círculos inscritos descrito en la vista “a”. Se observan los grandes círculos estampados sobre el cuerpo que articula con la cabeza del felino.

Vista b.
La vista “c” muestra los diseños de la base de la vasija. En donde son claramente visibles dos cuerpos decorados con círculos inscritos del cual surgen dos garras de tres uñas que sujetan el cuello de serpientes formadas por la prolongación de estos cuerpos alargados vueltos hacia sus vientres. La disposición de los dos motivos centrales indica que ocupan las mitades opuestas del cuerpo de la vasija de manera que las cabezas de serpientes se encuentran en el centro de la base con las fauces cerradas pero de las que brotan lenguas bífidas.

Vista c.

Una propuesta

Un calco desde las fotografías puestas on line permitió obtener dibujos de los diseños de las tres vistas de la vasija Cupisnique. Posteriormente, se compararon y articularon las imágenes según mostraban la continuidad de sus rasgos en cada una de las vistas.

Dibujo de la vista b.

Dibujo de la vista a

Dibujo de la vista c
De este modo, se hicieron coincidir los rasgos aportados por las tres vistas y se ensayó una figura que reunía en una sola representación las partes mostradas por separado obteniéndose un ser híbrido felino-serpiente que fue doblemente representado en cada mitad de la vasija y dispuestos en sentido opuesto.

Propuesta reconstructiva de Ser Híbrido Felino-Serpiente
Hasta donde se conoce este tipo híbrido felino-serpiente es único, sin embargo, los rasgos de la cabeza del felino y la garra de tres uñas se pueden remontar hasta aquellos de la denominada “Serie Sechín” (Bischof, 1994). Esta serie-tipo sería el primer ensayo de representaciones felínicas en múltiples soportes y asociadas a ornamentos de complejos monumentales (Falcón y Suárez, 2009). Puede agruparse, asimismo, con representaciones híbridas de seres sobrenaturales que habrían surgido en la costa norte del Perú correspondientes al estilo “Chavín A” de Bischof (1994: 181-186), el cual grosso modo se ubica entre 1500-1000 a.C. (Ibíd: 188).

Diseño de Ave-Felino en vaso lítico procedente de Limoncarro, Valle de Jequetepeque (Bischof, 1994:216. Fig. 19d).
Podríamos seguir detallando relaciones estilísticas de la iconografía de la vasija de esteatita rematada por Christie’s con mayor minuciosidad, pero no es el caso en un trabajo como este que enfoca la problemática del arqueotráfico nacional e internacional. Esperamos que los que la poseen sepan apreciarla más allá de la sensación que causa tener un objeto raro, exótico y de un país lejano, pero desligado de lo único que le queda, la historia de sus imágenes, la que únicamente se puede descubrir con el estudio del proceso de su surgimiento en el seno de la sociedad precolonial andina.
La pieza procedería de la costa norte, muy probablemente del valle bajo del río Jequetepeque (departamento de La Libertad). Se puede saber que forma parte de un conjunto selecto y muy limitado de objetos del mismo material y estilo, pero de diferente iconografía, vale decir, cada pieza habría sido única aún en aquellos tiempos (Burger y Salazar-Burger, 1982). Se puede ver que fue un ensayo exitoso de la integración de dos seres poderosos que se fundieron en la mente del artífice para representar el poder de lo sobrenatural, heredera de una tradición mítica que nació hace unos cuatro mil años cuando sobre los muros del Templo de Barro de Cerro Sechín (valle de Casma, departamento de Ancash) los primeros artistas del pincel ejecutaban murales de pumas feroces saltando sobre la entrada del sancta sanctorum para organizar una escenografía sobrecogedora y aplastante que garantizara la sujeción de los creyentes. Finalmente, sus imágenes formaron parte de un proceso que tuvo su pináculo en el templo de Chavín de Huántar (ca. 1,200-200 a.C.) con su panteón de dioses felinizados y ahora considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El Carretón de Oro

El Carretón de Oro

El Carretón de Oro

Sobre un relato que, hasta el momento, puse atención a dos versiones.

Primera versión 

Hace muchísimos años los habitantes de la Villa de Santiago de Cao estaban acostumbrados a ver, en las noches de luna llena, un deslumbrante carretón de oro jalado por un par de robustos bueyes. Este carretón encantado salía de una de las huacas colindantes con el pueblo, se desplazaba por las orillas de la playa El Charco y siguiendo el rumbo al norte se perdía en una de las huacas que tiene el solitario paraje denominado El Brujo.
Nadie, ni los huaqueros más celebrados, trataron de interceptar su paso o desenterrarlo. Por ser un pueblo sumamente católico, sabían a lo que se exponían, pues pensaban que el oro estaba emparentado con el demonio.
 Bueyes parecidos a éstos se habla en el relato (foto que tomé del Museo Chiclín-2010).

Recién el siglo XIX, por los años de la invasión chilena, se despertó la ambición por apoderarse del carretón de oro. Un grupo de invasores chilenos, enterados de su existencia se propusieron desenterrarlo y llevarse a su país el carretón de oro encantado. Esa noche la luna estaba en su pleno esplendor, sólo el rumor de las olas del mar rompía el monótono silencio de la espera. Desde temprano había estado haciendo guardia al pie de la huaca de donde lo veían salir.

Pasada la medianoche y cuando ya todos estaban desanimados y cansados, surgió rutilante el carretón de oro. Los chilenos lo siguieron a corta distancia para no romper el embrujo y perderlo de vista. Lo vieron desplazarse raudo por la orilla del mar en dirección a El Brujo. Pasó de largo la Huaca Prieta y se introdujo en la que hoy se le conoce como “Huaca Partida” o “Huaca El Brujo”(1).

Sin pérdida de tiempo comenzaron a cavar la huaca y después de un enorme esfuerzo lograron desenterrarlo. Atónitos y satisfechos, los chilenos pudieron comprobar que el carretón era de oro macizo. Tratando de reponer energías, decidieron tomarse un descanso antes de cargar su preciado tesoro.
Las primeras horas del día empezaban a disipar las sombras de la noche. Para evitar que el carretón se les escapara, tuvieron el cuidado de asegurarlo con sogas y estacas. Sucedió sin embargo que al despuntar el día, el carretón cobró vida y empezó a movilizarse. Rompió las ataduras y se desplazó con dirección a la playa. Los chilenos al darse cuenta de que se les escapaba, corrieron desesperados tratando de darle alcance.

El carretón de oro a medida que se desplazaba cobraba mayor velocidad. Descendió la cuesta y dando tumbos llegó a la orilla del mar. Siempre perseguido por los chilenos, el carretón de oro se internó en el mar y surcando sus aguas se perdió en sus profundidades.

domingo, 8 de diciembre de 2013

lugares donde existe oro

PAISAJE ASCÉTICO, ENTRAÑA DEL ORO
América precolombina desconoció el hierro, pero tuvo el oro, en un mundo regido, según Doehring, por el terror y la belleza. En toda América hubo, en la época lítica y premetalúrgica, oro nativo o puro que no necesitaba fundirse ni beneficiarse con azogue, en polvo o en pepitas o granos que se recogían en los lavaderos de los ríos o en las acequias; pero se desconoció, por lo general, el arte de beneficiar las minas. "La mayor cantidad que se saca de oro en toda la América –dice el Padre Cobo– es de lavaderos". Decíase que el oro en polvo era de tierras calientes. Pero la veta estaba escondida en las tierras frías y desoladas, en las que el oro, mezclado con otros metales, necesitaba desprenderse de la piedra y "abrazarse" con el mercurio, como decían los mineros, con simbolismo nupcial. El oro y la plata encerrados en los sótanos de la tierra se guardaban, según los antiguos filósofos –según recuerda el Padre Acosta–, "en los lugares más ásperos, trabajosos, desabridos y estériles". "Todas las tierras frías y cordilleras altas del Perú, de cerros pelados y sin arboleda, de color rojo, pardo o blanquecino –dice el jesuita, Padre Cobo– están empedradas de plata y oro". Un naturalista alemán del siglo XVIII, gran buscador de minas, dirá que "las provincias de la sierra peruana son las más abundantes en minas y al mismo tiempo las más pobladas y estériles" (Helms). "Se puede considerar toda la extensión de la cordillera de los Andes, en mayor o menor grado, como un laboratorio inagotable de oro y plata". Y lo confirmará, con su estro vidente y popular, el poeta de la Emancipación al invocar en su Canto a Junín como dioses propicios y tutelares, dentro de la sacralidad proverbial del oro, "a los Andes..., las enormes, estupendas / moles sentadas sobre bases de oro, / la tierra con su peso equilibrando". Puede establecerse, así, una ecuación entre la desolación y aridez del suelo y la presencia sacra del oro. Y ninguna tierra más desamparada y de soledades sombrías, que esa vasta oleada terrestre erizada de volcanes y de picos nevados, que es la sierra del Perú y la puna inmediata –"el gran despoblado del Perú", según Squier– que parece estar, fría y sosegadamente, aislada y por encima del mundo, despreciativa y lejana, en comunión únicamente con las estrellas. De ellas brota la tristeza y el fatalismo de sus habitantes –la tristeza invencible del indio, según Wiener– y sus vidas "casi monásticas", grises y frías como la atmósfera de las altas mesetas y en las que la felicidad es hermana del hastío. Es casi el marco ascético de renunciamiento y de pureza que, en los mitos universales del oro, se exige por los astrólogos y los hiero-fantes, para el advenimiento sagrado del metal perfecto, que arranca siempre de un holocausto o inmolación primordial.
El oro argentífero y la plata, su astral compañera, abundaron en todas las regiones de la América prehispánica, aunque no se descubriera sino aquella que arrastraban los ríos o estaba a flor de tierra. El oro asomó, por primera vez, ante los ojos alucinados del Descubridor, como una materialización de sus sueños sobre el Catay y de la lectura del Il Milione en la Isla Española, ante las riquezas del Cibao, que se pudo confundir, por la obsesión de las Indias, con Cipango. Y surgió, luego, en la isla de San Juan, dando nombre a Puerto Rico, y en Cuba. Llegaron, entonces, los gerifaltes de la conquista, poseídos de la fiebre amarilla del oro, que, según el historiador sajón y el donaire de Lope, "so color de religión / van a buscar plata y oro / del encubierto tesoro". Surgió más tarde "la joyería" de México, que capturó Cortés, hasta dar con "la rueda grande con la figura de un monstruo en medio", que se robó, en medio del mar, el corsario francés Juan Florín. Sierras y cursos fluviales de la Nueva España estuvieron cargados de oro, por lo que dijo el cronista Herrera que en toda ella "no hay río sin oro". Y el oro surgió, en Veragua y en Caribana, custodiado no ya por toros que despedían llamas o por dientes de dragón sembrados en la tierra, que pudieran vencerse, como en el mito griego, con la ayuda de Medea, sino defendido por caribes antropófagos, con clavos de oro en las narices y con las flechas envenenadas, más mortíferas que los caballos y los arcabuces. Los espejismos dorados de Tubinama, de Dabaibe y del Cenú –donde el oro se pescaba con redes y había granos como huevos de gallina–, decidieron las razzias de Balboa y Espinosa contra los naturales de Tierra Firme, abrieron el camino de la Mar del Sur, reguero de sangre que esmaltan las perlas del golfo de San Miguel y las esmeraldas de Coaque. A las espaldas de las Barbacoas, de la región de los manglares y del Puerto del Hambre, donde los soldados de Pizarro cumplen la ascética purificación que exige el hallazgo de la piedra filosofal, según la liturgia del Medioevo, estaba el reino de los Chibchas, que dominaron la técnica del oro, lo mezclaron con el cobre y crearon el oro rojo de la tumbaga, inferior en quilates y en diafanidad al oro argentífero del Perú.

EL ORO EN EL ANTIGUO PERU

Pizarro, Almagro y todos sus seguidores salieron de Panamá rumbo al Perú con una idea fija: el oro. Llegaron y conquistaron, mataron y quemaron, y encontraron oro, mucho oro, quizá más del que esperaban encontrar. Pero el oro, aquí, no era igual que en otras partes; de eso, se dieron rápida cuenta, y es así que en el Perú, la historia del oro es propia y diferente a las demás naciones del mundo.
oro de la cultura Chavín
Brazalete de oro (extendido para la muestra) de la cultura Chavín. Fue fabricado con la técnica del martillado en frio y posteriormente, repujado.
Y; ¿Cuáles son estas tremendas diferencias?
Pues, básicamente, 2 : Nunca se hizo un objeto de oro puro, siempre aleado con plata o cobre, o con ambos. Y segundo, sólo se usó para fines ceremoniales y de ostentación.
A la técnica que consiste en alear el oro con plata y cobre la llamaron tumbaga, y sus ventajas más saltantes son su bajo punto de fundición, mayor dureza en el acabado y una mayor cantidad de metal con apariencia de oro puro. La medida de la mezcla era, aproximadamente de 75% oro, 15 de plata y 10% de cobre.
Para los conquistadores, el oro era, quizá lo único importante, pues con él podían obtener todo lo que quisieran. PERO AQUÍ NO. Con oro no podían comprar nada, pues ese metal no fue usado como medida de intercambio. Otros materiales como el mullu (molusco de aguas calientes) o los textiles, si tenían valor comercial. Por eso, cuando saquearon templos y palacios y los despojaron de todo el preciosos metal que contenían no causaron la ruina económica de los incas, pero si su ruina cultural. Pues en ese metal estaban hechos las más importantes representaciones de dioses, señores y demás ornamentos de la liturgia.
¿Cuáles fueron los principales objetos fabricados en oro?
Podemos organizarlos en 3 grupos: Funerarios, ceremoniales y de uso personal. Y la técnica mas usada para la fabricación de estos objetos fue el trabajo de láminas por martillado, para luego ser modeladas y/o repujadas.
Los objetos para fines funerarios son los que adornan al fardo funerario como máscaras, pecheras y tocados. Entre los de uso ceremonial podemos contar los tumis (cuchillos), sonajas, copas, esculturas. Los objetos de uso personal son los más numerosos, y es que, los que pudieron, se llenaron de oro de pies a cabeza. Con oro fabricaron sandalias, brazaletes, orejeras, pecheras, coronas, collares, canilleras, gargantillas, narigueras, cetros y muchas cosas más.
El oro no fue para la herencia, el dueño y señor se llevó todo a la tumba. Por eso, la mayor cantidad (sino la totalidad) de objetos de ese metal expuestos en museos o colecciones particulares, provienen de tumbas. Y son pocas las que se han encontrado por (arqueólogos y saqueadores), de lo que podemos deducir, que a lo largo de la historia, en el Perú, mucho oro estuvo en pocas manos.
Según los últimos avances en la investigación arqueológica, el hallazgo más antiguo de oro se produjo en Waywaka, una pequeña comunidad ubicada cerca de la ciudad de Andahuaylas (sur del Perú). Su descubridor, Joel Grossman, encontró finas láminas de este metal, junto con las herramientas necesarias para su fabricación. Fechó su descubrimiento, alrededor del 1,500 a.c: (hace más de 3,500 años).
La cúspide en arte y técnica no se logro con los incas (1450 d.c.), sino mucho antes, con los moches (200 d.c.). Esta nación logró el más alto grado de desarrollo y nos ha legado la mayor cantidad de piezas de oro, como son los ornamentos del Señor, el Viejo Señor y el Sacerdote de Sipán .
oro de la cultura Moche
Cuenta de oro (tumbaga) que junto con otras similares debió formar un collar. Esta pieza es asignada a la cultura Moche.
El oro fue una prospera industria, pues ocupó desde mineros, pasando por comerciantes hasta hábiles artesanos, alimentados por una continua y creciente necesidad de los más poderosos de ostentar y cubrirse de brillo, lo más que se pueda.

viernes, 6 de diciembre de 2013

¿COMO DETECTAR ORO?

Instrucciones

    Los yacimientos de oro

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    Muchos naufragios de la antigüedad aún esconden tesoros.
     
    Aunque parezca algo propio del cine, muchos cargamentos de oro de los que se perdieron en el pasado permanecen enterrados en algunos lugares. Revisa libros de Historia y mapas antiguos para conocer los itinerarios de caravanas, ejércitos o grupos de bandidos. Ten en cuenta que algunas personas ricas y excéntricas tienen la costumbre de enterrar sus objetos más valiosos alrededor de sus casas. A veces fallecen y estos tesoros quedan olvidados. Haz una lista de las posibles ubicaciones y rastrea el terreno con un detector.
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    El  péndulo puede captar cambios electromagnéticos.
    Jupiterimages/liquidlibrary/Getty Images
    Incluye en tu lista las minas abandonadas y los túneles bajo las iglesias antiguas. Solicita un permiso para acceder a alguna de estas minas y empezar la prospección. Consigue un mapa o plano del área elegida, de escala 1:50.000 o 1:25.000. Prueba a utilizar un péndulo. La radiestesia es un método empleado por muchos buscadores de oro para obtener puntos de atracción en un mapa. Te evitará el esfuerzo de recorrer extensiones de terreno que podrían alcanzar las 20 o 30 mil hectáreas y demorar tu trabajo durante meses, e incluso años.
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    Explorar un yacimiento es una tarea minuciosa.
    Thinkstock Images/Comstock/Getty Images
    Realiza un muestreo del yacimiento, realizando pruebas en distintas zonas. Escarba un poco para sacar un trozo de material. Muele la muestra sobre una roca plana con una piedra o un martillo. Introduce el polvo obtenido en una bolsa hermética con ayuda de una brocha. El lento proceso de erosión de los montes hace aflorar el oro contenido en vetas de oro nativo, que por lo general se hallan en las capas de cuarzo. Una muestra de piedras de veta u oro de roca arroja una cola de oro apreciable a simple vista. Utiliza anteojos de aumento para identificarlas mejor.
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    El lavado de oro requiere mucha paciencia y práctica.
    Comstock/Comstock/Getty Images
    Busca oro en remansos de ríos o arroyos, donde no haya corriente de agua. Ahí se deposita el oro en forma de pepitas, fragmentos o partículas. Excava un poco con la pala para sacar material. Deposítalo en la bandeja y sumerge esta en el agua, realizando un movimiento giratorio. Pasa la bandeja por un tamiz. Sumerge la bandeja de nuevo para lavar la arena. Cuando el oro esté a la vista, ladea la bandeja para separarlo de la suciedad. Filtra el oro en una botella con agua y colócalo en un tubo de vidrio o plástico transparente.

    Los detectores de metales

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    Los campos magnéticos permiten detectar el metal.
    Photodisc/Photodisc/Getty Images
    Los detectores de metales funcionan por el magnetismo. El detector crea un campo magnético a través de una bobina de cable, y lo orienta a través de la superficie del suelo. Otro de sus circuitos recibe las ondas del campo magnético y emite un sonido que puedes escuchar a través de un altavoz. Cuanto más grande sea la bobina de cable, mayor será la sensibilidad del detector. Determina qué tipo de detector de metales resulta más apropiado para el terreno que vas a explorar y para tu presupuesto. Una opción que te ahorrará dinero es fabricarlo tú mismo.
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    Depósitos de minerales en Yellowstone Park.
    Thinkstock/Comstock/Getty Images
    Existe otro instrumento muy eficaz en la detección de depósitos de minerales, y muy utilizado en países de abundantes minas, como Chile. Se trata de un instrumento direccional ultrasensible para la localización de metales preciosos. Consiste básicamente en un cartucho magnético que contiene cristales especiales y una antena giratoria. Introduce una muestra de oro en el cartucho y sujétalo como si fuera una pistola, apuntando hacia delante. Muévete describiendo círculos de 360º. La antena dará indicaciones direccionales cuando localice el metal.
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    El imán integrado en el teléfono móvil no es muy potente.
    Thomas Northcut/Photodisc/Getty Images
    La tecnología apunta cada vez más alto, y prueba de ello son las nuevas aplicaciones para detectar metales de algunos teléfonos móviles. Los modelos Android, iPhone 3GS, Nokia N97 y Samsung Omnia HD pueden actuar como detectores gracias a que llevan integrado un magnetómetro. Elige uno de ellos y configura la opción de detectar metal. Acerca tu celular a cualquier objeto metálico. El detector te avisará con un sonido o vibración, según el tono que hayas elegido. Recuerda que los objetos metálicos deben estar sobre la superficie de la tierra y cerca del móvil para ser percibidos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA ALQUIMIA Y LA PIEDRA FILOSOFAL

la alquimia y La piedra filosofal.
Pero supongamos que todo haya ido bien. El alquimista ha obtenido en su Huevo alquímico el preparado púrpura tan anhelado. Este será el primer paso práctico para obtener la Piedra filosofal... pero no es aún la Piedra filosofal propiamente.
El alquimista deberá abrir entonces el recipiente y extraer el compuesto. Este compuesto deberá ser lavado múltiples veces, durante meses enteros si es necesario, con agua tridestilada. Esta agua es a su vez importantísima, y constituye para muchos autores uno de los principales productos alquímicos después de la Piedra filosofal: es el Elixir de larga vida, el elixir que, ingerido periódicamente, dará una larga y venturosa vida al alquimista, aunque no la inmortalidad, ya que lo único que evita el elixir es el desgaste físico del cuerpo humano, no la enfermedad ni los accidentes.
Y queda luego la Piedra propiamente dicha, ya completa, que puede según algunos autores ser blanca o roja, que puede ser sólida o convertirse en polvo, y de la cual bastará una pequeñísima parte para transformar en oro o plata el más innoble metal... aunque generalmente se utilice siempre el plomo o el mercurio.
Pero la Piedra también puede ser usada en su forma líquida: su polvo se disuelve entonces en mercurio, y se obtiene así el agua mercurial o agua póntica, llamada también el Disolvente universal, e identificada por muchos autores también con el Elixir de larga vida.
Pero todas estas, si bien son las más importantes, no son las únicas virtudes y cualidades atribuidas a la Piedra filosofal, al Elixir de larga vida y al Disolvente universal. Los propios alquimistas (y muchas veces también la imaginación de las gentes) atribuyeron a la Piedra filosofal en sus distintas formas los más extraordinarios atributos. Así, se consideraba que la Piedra filosofal, además de convertir los metales en oro, era capaz de gobernar a las potencias celestes, permitir conocer el pasado y el futuro, lograr la invisibilidad con sólo hacerla girar entre las manos, crear el movimiento contínuo, resolver la cuadratura del círculo, permitir a su poseedor volar por los aires, ¡fabricar el mítico homúnculo!
El Elixir de larga vida, por su psrte, es catalogado como capaz de volver de nuevo jóvenes a los viejos, resucitar a los muertos, prolongar enormemente la vida... pero añaden los libros (y pese a que se afirme que puede resucitar a los muertos) no da la inmortalidad. Uno de los derivados de este elixir, la Panacea (llamada también panacea universal, no porque esté extendida por todo el mundo, sino porque su poder alcanza a todas las cosas), es reputada como capaz de curar todos los males sin distinción y, por supuesto, sin la menor excepción.
El Disolvente universal, finalmente, uno de los últimos productos de la elaboración alquímica, llamado también Alkaest, es capaz de disolver absolutamente todos los cuerpos, manteniéndolos en su estado líquido...
 
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Esta página del libro inglés del siglo XVI "The Crowne of Nature" nos muestra la imagen simbólica de la "esencia de mercurio", que algunos alquimistas creían era el ingrediente fundamental de la materia.

trabajos de un alquimista de la epoca

¿Cómo trabaja el alquimista?
Veamos, ahora, cómo trabaja el alquimista, cuales son las operaciones básicas que debe realizar para llegar a alcanzar este fin máximo, esta anhelada meta que es la Piedra filosofal.
A este respecto, hay que advertirlo, los libros alquímicos son deliberadamente oscuros, ya que el método de obtención de la Piedra filosofal forma parte del Gran Secreto. No obstante, si bien el proceso completo y detallado no se halla descrito en ningún sitio (o mejor dicho, se halla descrito en casi todos los grimorios en multitud de formas completamente distintas, pero de un modo totalmente ineficaz), si podemos reconstruir a grandes rasgos las distintas operaciones a las que debe dedicarse el alquimista a lo largo de su Obra.
Vamos a verlas.
La primera operación que debe llevar a buen término es la preparación y purificación de los elementos. Para eso usará tres de ellos: un mineral de hierro, una pirita arseniosa por ejemplo (en cuyo interior se hallan el arsénico y el antimonio como impurezas); un metal, hierro, plomo o más comúnmente mercurio; y un ácido orgánico, el tartárico o el cítrico por ejemplo.
Todos estos elementos deben ser mezclados por el alquimista cuidadosa y concienzudamente. La operación, así, durará varios meses, ya que uno de los condicionamientos en los que si están de acuerdo todos los libros de Alquimia es en que las operaciones alquímicas son un proceso largo, enormemente largo: el alquimista nunca deberá tener prisa...
Una vez realizada concienzudamente la mezcla, el alquimista deberá empezar a calentar el preparado de una forma progresiva, teniendo buen cuidado al hacerlo, ya que la elevación de la temperatura hace que de la mezcla se desprendan gases tóxicos, a los que hay que atribuir la muerte de más de un alquimista descuidado.
La mezcla así preparada se disuelve después mediante un ácido... y esta disolución (esto es muy importante para el alquimista) debe hacerse a la luz de la Luna. Esto parecería ser un condicionamiento innecesario de naturaleza puramente supersticiosa, sino fuera porque actualmente se ha descubierto una razón que podríamos llamar científica: esta disolución obtiene sus resultados más óptimos cuando se realiza, como hace la química moderna, bajo una luz polarizada... y la Luna envía a la Tierra precisamente luz polarizada.
Obtenido todo lo reseñado, hay que proceder a purificar la mezcla. Esto se consigue evaporando la parte líquida y calcinando después la sólida. Una y otra vez. Sin descanso.
¿Por qué tantas veces? Los libros de Alquimia no nos dan una respuesta concreta: simplemente, nos dicen, ha de hacerse. Tal vez, cabe suponer, se busque una intensa purificación del compuesto; tal vez se necesite alcanzar una cierta condición del preparado que sólo obtenga tras un repetido proceso de evaporación y calcinación; tal vez (y entramos de nuevo en la Alquimia esotérica) este sea un simple método de conseguir, a través de la infatigable labor del alquimista, una cierta disposición interior. No por nada los alquimistas hablan de que es necesario buscar "la lenta condensación del espíritu universal".
Este lento y continuado evaporar y calcinar, una y otra vez, marca el final de la primera fase de las operaciones. ¿Cuándo se llega a este final? Los libros de Alquimia no son tampoco explícitos a este respecto: "en un determinado momento (no precisan cuál) el alquimista considerará que ha terminado la primera fase, y podrá iniciar la segunda". Para ello añadirá un oxidante a la mezcla trabajada... y volverá a reanudar el ciclo anterior: disolver, evaporar, calcinar. ¿Durante cuánto tiempo? Mucho: meses, años... hasta que descubra, en la mezcla, la presencia de la Señal.
 
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CONOCIMIENTOS BASICOS DE UN ALQUIMISTA

Las bases de la alquimia.
Hechas estas aclaraciones sobre el simbolismo alquímico, veamos en que fundamentaban los alquimistas sus ideas sobre la transmutación de los metales.
La química "clásica" proclama de una forma tajante la imposibilidad de la transmutación de los metales... ¡pese a que la energía nuclear nos dice hoy en día que sí es posible! Sin embargo, las ideas de los alquimistas eran al respecto muy distintas de las de la química clásica. Para ellos, la naturaleza no se componía de materias orgánicas e inorgánicas (las primeras vivas, susceptibles a crecer y desarrollarse, y las segundas muertas e inertes), sino que todo provenía de una única sustancia original.
"Y como quiera que todas las cosas lo fueran por la contemplación de una sola, así también todas las cosas surgieron de esta única cosa por un simple acto de adaptación", reza la tabla de Esmeralda.
Bajo este punto de vista, los metales eran considerados como diferentes estadios de un mismo intento por alcanzar la perfección. Esta perfección eran los metales nobles: el oro y la plata, y los demás metales no eran más que estadios intermedios en el camino de esta perfección. Las creencias alquimistas decían que la Naturaleza, en su constante trabajar, iba transformando lentamente los metales viles en oro, en cuyo estadio se cerraba el proceso hacia la perfección, y a partir de cuyo punto se reinvertía el camino, convirtiéndose los metales nobles de nuevo en metales viles: de ahí precisamente nació uno de las símbolos básicos de la Alquimia, la serpiente que se muerde la cola (o serpiente Ouroboros, que más tarde fue transformada en dragón), como significación de la eterna continuidad del proceso.
Este proceso de ennoblecimiento y de envilecimiento hacía necesaria la posibilidad de la transmutación. La Alquimia, por tanto, no iba contra la Naturaleza: lo único que hacía era intentar ayudarla, acelerar el proceso, suprimir las etapas intermedias y cambiar directamente los metales viles en oro y plata. Por medio de un agente, una sustancia particular que accediera a la transmutación, brusca y repentina de uno a otro extremo.
Este agente era, naturalmente, la Piedra filosofal.
 
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Ilustración perteneciente al famoso "Ripley Scrowle", relación de los trabajos del alquimista inglés Goerge Ripley. En ella podemos ver un objeto rojo central que es la Piedra filosofal, circundada por una serie de escenas que muestran las siete etapas mediante las cuales Ripley afirmaba que podía llegar a ser conseguida, a partir de la sustancia representada por el pequeño ser humano contenido en el matraz. Para ello, según sus palabras, debía seguirse la operación siguiente: "Primero calcina, y después corrompe, disuelve, destila, sublima, desciende y fija..." Las experiencias alquímicas de Ripley le produjeron tal fortuna que se permitía entregar anualmente cien mil libras a los Caballeros de San Juan de Jerusalén. La obra fue editada en Lübeck en 1588.

simbolismo alquímico

El simbolismo alquímico.
Si observamos los grandes libros de Alquimia (como la Tabla Esmeralda, los libros de Zósimo, las obras de Geber o el Mutus Liber) lo primero que nos sorprenderá será su profundo simbolismo. Su profundo y deliberado simbolismo, nos atreveríamos a decir. Porque el afán de los alquimistas en mantener secretas sus artes a fin de preservarlas de los intrusos y de los no iniciados les hizo concebir sus libros en forma simbólica e ininteligibles para los no adeptos. La simbología alquímica es enorme, extensísima, y abarca todo su conjunto. Sus fórmulas son indescifrables para quien no haya estudiado antes a fondo los distintos artes alquímicos, lo que por otra parte hace pensar a algunos autores modernos en la posibilidad de que se trate no de libros esotéricos sino sencillamente de libros "técnicos" (dentro del restringido sentido que se puede dar a la palabra "técnico" con referencia a la época medieval), ininteligibles para los "no técnicos", al igual que hoy en día un libro de física nuclear para físicos nucleares será totalmente ininteligible para quien no haya estudiado a fondo la disciplina, sin que por ello pueda tachársele de libro simbólico o esotérico.
De todos modos, el simbolismo de los libros alquímicos, sea de uno u otro orden, es evidente. Los metales, por ejemplo, son equiparados a los planetas, y reciben el nombre y símbolo planetario correspondiente: el oro es el Sol, la plata es la Luna en cuarto creciente, el mercurio la Luna en cuarto menguante, el cobre Venus, el plomo Saturno, el hierro Marte... Así, cuando se habla del "matrimonio del Sol y la Luna", hay que entender la aleación del oro y la plata, con la evidente desorientación de quien no esté al corriente de la clave.
Los instrumentos reciben también a menudo nombres de animales, impuestos la mayor parte de las veces por analogía con sus formas: el pelícano alquímico, la cigüeña alquímica, el avestruz alquímico... indican formas determinadas de retortas, matraces y alambiques que hay que usar en diversas operaciones. Las propias operaciones alquímicas reciben también nombres correspondientes a signos astrológicos: la calcinación es designada como Aries, la sublimación como Libra, la fermentación como Capricornio, la solución como Cáncer...
En cierto modo, este sistema de notación es tanto un medio de hacer que los no iniciados no comprendan absolutamente nada como de facilitar el trabajo a los propios alquimistas.
Pero a este primitivo simbolismo, de naturaleza eminentemente práctica, se unió bien pronto otro simbolismo mucho más profundo. E.J. Holmyard, al hablarnos de los signos, símbolos y términos secretos usados en Alquimia, nos dice que en los siglos posteriores al XV se hizo preceptible (aunque antes ya existiera en cierta medida) una bifurcación que se fue acentuando gradualmente: así como aquellos alquimistas cuyo fin primordial era la transmutación material de los metales viles en oro hablaban aun con sus alegorías tradicionales, fueron apareciendo simultáneamente otros alquimistas o pensadores con inclinaciones alquimistas "que muy rara vez encendieron un atanor o blandieron un almirez". Estos pensadores fueron en cierto modo los iniciadores de una Alquimia esotérica vista desde su vertiente más pura (de la que hablaremos más adelante), y su finalidad no era la de conseguir la transmutación de los metales, sino la transmutación del Hombre mismo, dando a la Gran Obra un sentido místico que hasta entonces no había tenido.
Hay, por lo tanto, en muchos libros de Alquimia, una serie de simbolismos que es preciso entender de dos maneras distintas: como indicadores de una reacción material, física o química... y también como indicadores de una reacción espiritual a obrar en el propio operador. Así, símbolos alquimistas como el andrógeno, el huevo cósmico, el hermafrodita, el matrimonio alquímico (del cual el hermafrodita es hijo), etc., tienen una doble y clara significación. Las ideas de muerte y resurrección, por ejemplo, bases de toda la operación alquímica, no representan solamente la muerte de los metales viles y su resurrección como metales nobles, sino igualmente, en la Alquimia esotérica, la muerte del individuo y su resurrección como ser más perfecto, como "individuo despierto", según es llamado en muchos textos.
 
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Grabado perteneciente al "Liber Mutus", en el que la destilación es expuesta a la acción de la Naturaleza, que junto con Mercurio la reemplaza en los recipientes.

ESTUDIAR LA ALQUIMIA EN TIEMPOS PASADOS

Estudiar la Alquimia, leer los antiguos tratados...)
Pero los antiguos libros que hablan de Alquimia están escritos para los iniciados: son oscuros y muchas veces difíciles de comprender. Es por ello que gran parte de los experimentos primitivos, realizados por entusiastas codiciosos de obtener oro a bajo precio, fracasaran estrepitosamente... lo cual hizo que muchos practicantes que se lanzaron a la Alquimia con un desbordante entusiasmo se desanimaran rápidamente y abandonaran el campo, mientras otros declaraban públicamente que la Alquimia no era más que un fraude.
Frente a estos rápidos desanimados, sin embargo, otros alquimistas, con mayor tesón o más fundamento de causa, prosiguieron sus experimentos pese a los constantes y ya previstos fracasos iniciales, buscando e investigando por ellos mismos más que siguiendo al pie de la letra los textos antiguos, logrando éxitos apreciables y desentrañando el simbolismo que hay tras el oscuro caparazón que envuelve los libros de Alquimia. Estos perseverantes recibirían, hoy, el nombre de investigadores, puesto que estaban animados por el mismo espíritu. Un investigador nato que naciera en la Edad Media, un curioso de los problemas científicos y del estudio de la naturaleza, encontraría todos los caminos cerrados por la ignorancia. El investigador medieval solamente hallaría tres caminos hacia los cuales desarrollar su actividad: la medicina, la astronomía (y la astrología)... y la Alquimia.
Es así como se iniciaría la "casta de los alquimistas". La Alquimia, en su rama más pura, no se continuaría tan solo por el aprendizaje, sino también por tradición... por sucesión. Todos los libros de Alquimia nos hablan del "Gran Secreto", del secreto de la Piedra filosofal, que jamás ha sido revelado públicamente. En ninguno de ellos se menciona la posible naturaleza de este secreto, ni siquiera del modo cómo encaja dentro de los trabajos de la Alquimia.
Pero en lo que si están todos de acuerdo es en que ésta, la del "Gran Secreto", es la base de toda la tradición alquímica. Los neófitos que iniciaban sus tanteos alquímicos sufrían en sus primeros ensayos numerosos, totales y estrepitosos fracasos. Era algo así como una "prueba del fuego", la prueba de su iniciación y de su purificación. Era también una criba. Sólo los que no se desanimaban y continuaban trabajando pese a los continuados fracasos merecían entrar en la "casta de los alquimistas" y ser conocedores del Gran Secreto. Secreto que les era revelado generalmente por otro alquimista, su Maestro, bien en su lecho de muerte, para que el secreto no se fuera con él a la tumba sino que tuviera continuidad, o simplemente cuando se apercibía de que su discípulo merecía realmente conocerlo.
Ningún alquimista divulgó jamás públicamente su secreto, ninguno lo vendió a otras personas. Lo traspasaban a alguno de sus discípulos, para que continuaran en su nombre la Gran Obra. Esto no quería decir, de todos modos, que hubieran llegado a alcanzar el secreto de la Piedra filosofal, sino que, en la mayor parte de las ocasiones, se trataba tan sólo del estado de adelanto de sus investigaciones. Sherwood Taylor nos dice al respecto que algunos alquimistas, como Charnock, fueron instruidos en una hora, mientras que otros, como Norton, necesitaron cuarenta días. ¿No es esto tal vez la revelación del estado de unas investigaciones que podían estar más o menos avanzadas? ¿O tal vez era simplemente la revelación de la verdadera naturaleza, la esotérica, la oculta, de la Alquimia, la que abriría los ojos al aún ignorante discípulo? Las respuestas pueden ser muchas...
 
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El Maestro, confortablemente sentado en su sillón, da las instrucciones a sus discípulos que, ayudados de un refinado instrumental, cumplen fielmente las instrucciones recibidas. Una vieja norma de los alquimistas dice que todas los trabajos deben ser acometidos por el propio alquimista, el cual no debe confiar ni en sus más directos discípulos a la hora de realizar las delicadas